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sábado, 27 de diciembre de 2025

Vuelve el Sabbath (II semana)

Sigamos con la misma tónica de la semana pasada: recupero una entrada mía del año de la catapum, se la paso a DeepSeek y a ver que es capaz de hacer con ella. 

Puede verse que, a diferencia del sábado anterior, la entrada de hoy no es una mera semilla, sino que ya está bastante desarrollada. Se la paso a DeepSeek para que la reescriba y la expanda hasta un mínimo de 80 líneas.

Los Tres Sabores Del Rol: Desenredando El Ovillo Semántico

La semana pasada defendí con pasión el "mazmorreo" como una forma pura y válida de juego. Hoy toca adentrarnos en el bosque espeso de su compañero, ese término que todos usamos pero que pocos definimos de la misma manera: el rol. Y debo empezar con una afirmación provocadora: la palabra "rol" está envenenada. No tiene un significado fijo. Al igual que un top de lycra, es elástica y se adapta a cada usuario. A diferencia de la lycra, que al menos resulta sexy, esta ambigüedad ha sido y sigue siendo el motivo de un sinfín de confusiones, malentendidos y discusiones inútiles en nuestras mesas de juego.

El Laboratorio De Juego: Un Experimento Controlado

Para aterrizar esta discusión, necesitamos un terreno común. Tomemos, por poner un ejemplo, un juego "de rol" que muchos conocemos. Me refiero a "Dungeons & Dragons", y para concretar más, diré que se trata de la edición del D&D Básico traducida al castellano por Dalmau Carles Pla. ¿Se puede ser más definido? Pues por si acaso, pongamos que se trata de una partida del módulo B2 "La Fortaleza en la Frontera", jugado con las reglas del D&D Básico de Dalmau Carles Pla. Este es nuestro laboratorio. Aquí, dentro de esta cámara de mazmorreo clásico, la palabra "rol" se fragmenta en, al menos, tres significados distintos. Para hacerlo digestible, los llamaré como si fueran tres sabores de helado.

Sabor Fresa: La Dramatización Escénica

El rol de fresa es el más visible, el que salta a la vista (y al oído). Equivale a dramatización, escenificación, performance. Es cuando un participante habla en falsete y con acento para dar voz a su enano gruñón. Es gesticular con torpeza al intentar explicar cómo tu mago realiza un complejo ritual. Es levantarte de la silla y fingir que empujas una pesada puerta de piedra. Es el teatro de la mesa. Para muchos espectadores externos, esto ES hacer rol. Y sin duda, es una parte increíblemente divertida y gratificante que puede dar vida a personajes inolvidables. Sin embargo, reducir todo el "rol" a este caramelo escénico es un error. Es la capa más superficial, la cáscara brillante. Una partida puede tener un rol de fresa intensísimo y ser hueca en cuanto a decisiones, o puede tener casi ninguno y ser profundamente narrativa. La fresa es sabor, pero no es el único ingrediente del helado.

Sabor Chocolate: La Especialización Mecánica

El rol de chocolate es más sólido, terrenal. Es el rol entendido como función, como constatar que distintos tipos de personaje tienen habilidades peculiares y se juegan de forma distinta. Es el corazón de las mecánicas. En combate, los magos lanzan sus limitados conjuros y luego echan a correr para no ser machacados, mientras los guerreros aguantan el tipo en primera línea. Los ladrones intentan colarse por las sombras y atacar por la retaguardia. Y los clérigos son versátiles, sanando y combatiendo. Aquí, "hacer bien tu rol" significa entender las fortalezas y debilidades mecánicas de tu clase y actuar en consecuencia para la supervivencia y el éxito del grupo. Es un rol táctico, casi de juego de guerra. Es esencial, especialmente en entornos de mazmorreo clásico donde la gestión de recursos (puntos de vida, conjuros, cargas de antorcha) es crucial. Este sabor no es interpretativo, es estratégico. Es la satisfacción de resolver un problema usando las herramientas que tu "rol" (en el sentido de oficio) te otorga.

Sabor Vainilla: La Coherencia Interna Del Personaje

El rol de vainilla es el más sutil y, para mí, el más fascinante. Es cuando un jugador ajusta su modus operandi durante la partida a la manera de ser individual de su personaje, más allá de su clase. No es hablar con voz (eso es fresa), es tomar decisiones basadas en una psicología ficticia. Un jugador que sólo emplea conjuros no letales (Sueño, Telaraña) porque su mago es un pacifista convencido. El clérigo que se niega a ayudar a desconocidos heridos porque es un zelote que solo cree en su propia fe. El guerrero o el ladrón que se muestra insolente y desafiante hacia las autoridades porque es un bárbaro o un anarquista que despreza las leyes. Este rol no siempre es óptimo a nivel táctico (el chocolate podría rechazarlo), pero aporta una capa de verosimilitud y profundidad narrativa enorme. Es donde el personaje deja de ser una ficha y se convierte en un agente con voluntad propia dentro del mundo. La vainilla es el aroma que impregna todo, a menudo invisible pero fundamental para la experiencia.

El Combo Perfecto Y La Fuente De Conflicto

El problema, la "toxicidad" de la palabra, surge cuando usamos "rol" como un cajón desastre. Si tú me dices "quiero más rol en esta partida", no me estás diciendo nada útil. ¿A qué sabor te refieres? ¿Quieres más dramatización (fresa)? ¿Quieres que explotemos mejor las mecánicas de cada clase (chocolate)? ¿O quieres que profundicemos en las motivaciones y defectos de los personajes (vainilla)? La fusión perfecta de los tres sabores crea una experiencia redonda, pero es rara. Lo habitual es que los jugadores tengan preferencias distintas. Uno anhela fresa pura con extra de escenificación, otro prefiere el chocolate táctico del combate por turnos, y un tercero busca el sutil regusto de la vainilla en las decisiones morales. Y entonces, sin un lenguaje común, llegan las frustraciones: "No estás roleando" (cuando quizá sí lo está haciendo, pero con otro sabor).

Hacia Un Vocabulario Más Rico

La solución no es abandonar la palabra "rol", sino enriquecer nuestro vocabulario. En la "sesión cero", en lugar de preguntar "¿cómo de rolera será la partida?", podríamos desglosarlo: "¿Vamos a priorizar la interpretación vocal (fresa)? ¿Vamos a centrarnos en el desafío táctico de la mazmorra (chocolate)? ¿Nos interesa tomar decisiones basadas en la personalidad de los PJs, aunque sea subóptimo (vainilla)?". Este simple ejercicio de claridad puede salvar campañas y fortalecer grupos de juego.

El "roleo" no es un monolito. Es un espectro de actividades, un combo de helado donde cada uno puede preferir una proporción distinta. Reconocer estos sabores no nos divide; nos da las herramientas para cocinar juntos la partida que todos deseamos. La próxima vez que hables de rol, especifica: ¿fresa, chocolate, vainilla, o la barra de tres gustos? Tu mesa te lo agradecerá.

¡Me gusta, me gusta! El sábado que viene desarrollaremos en qué consiste el sabor de fresa.

sábado, 20 de diciembre de 2025

Vuelve el Sabbath (I semana)

Hace ya unos cuantos años que publiqué el siguiente y vergonzoso artículo:

De perdidos al río: paso las cuatro líneas anteriores a DeepSeek y le encargo que las expanda hasta un mínimo de ochenta. 

He aquí el resultado:

El Laberinto Esencial: Por Qué El Mazmorreo Es El Alma Del Rol

He perdido la cuenta de las veces que, al describir mi afición por los juegos de rol de mesa, me he encontrado con esta encrucijada semántica. "Me encanta el rol", digo. Y acto seguido, debo matizar: "Bueno, en realidad, el roleo puro y duro no me mola tanto. Lo que de verdad me enciende es el mazmorreo". La mirada del interlocutor suele tornarse perpleja. ¿Acaso no es todo lo mismo? Permíteme desentrañar este misterio, línea a línea, porque la distinción no es trivial. Es la esencia misma de dos formas de entender la aventura.

¿Qué Es Este "Mazmorreo" Del Que Hablo?

Para empezar, una definición práctica: el mazmorreo (del inglés dungeon crawling) es esa parte del juego en la que un grupo de aventureros explora un espacio desconocido y peligroso, normalmente una mazmorra, un laberinto, unas ruinas o una fortaleza abandonada. El objetivo suele ser claro: cartografiar lo inexplorado, superar trampas ingeniosas, derrotar monstruos y, cómo no, encontrar el tesoro. Es un ciclo puro y satisfactorio: riesgo -> ingenio -> recompensa. La tensión se palpa con cada giro en un pasillo oscuro, con cada decisión sobre qué puerta abrir o qué extraño mecanismo investigar. No se trata solo de combate; se trata de exploración, de resolver el espacio físico como un rompecabezas letal.

El mazmorreo tiene un ritmo casi musical. La quietud expectante al escuchar tras la puerta. El clic seco de una trampa que se activa. El fragor del combate cuando los dados ruedan sobre la mesa. Y luego, el suspiro de alivio (o el grito de triunfo) al descubrir un cofre repleto de oro y objetos mágicos. Es una narrativa emergente, que nace de la interacción con el entorno y las mecánicas del juego. No necesitas grandes discursos; la historia es lo que te ocurre mientras intentas no morir en ese agujero tenebroso.

El Roleo: El Otro Gran Pilar (Que Merece Su Propio Templo)

Y luego está el roleo. Aquí, el foco se desplaza del qué haces al por qué y al cómo lo haces. La prioridad es la interpretación, la construcción de un personaje con motivaciones, miedos, acentos y dilemas morales complejos. La trama puede ser política, intrigas entre casas nobles, conflictos personales o épica emocional. Los combates, si los hay, son a menudo hitos narrativos, no el motor principal. Las tiradas de dados a veces ceden protagonismo a las conversaciones in character durante horas. Es teatro improvisado y cooperativo con reglas. Es profundo, gratificante y, para muchos, la forma más elevada del hobby. Y, como adelanto, será el tema central de mi próxima entrada, porque merece un análisis tan extenso y cariñoso como este.

El Conflicto (Aparente) En La Mesa

La tensión entre estos dos estilos es legendaria. En una misma mesa, puede haber quien anhele sumergirse en la psicología de su elfo atormentado y quien solo quiera descender al nivel tres y encontrar la espada flamígera. El rolero puro puede ver el mazmorreo como algo simplón, mecánico, una sucesión de "abro puerta, mato goblin, cojo oro". El mazmorrero, por su parte, puede experimentar el roleo intenso como una ralentización, un parlamento que retrasa la verdadera acción: la aventura.

¿Mi postura? Que esta dicotomía, aunque útil para entendernos, es en parte un espejismo. Porque el mazmorreo, en su estado más puro, es ya roleo de la mejor calidad. Te lo demuestro.

La Psicología Del Mazmorrero: Tú Eres Tus Decisiones

Cuando tu personaje se adentra en un laberinto, cada elección define quién es. No hace falta un trasfondo de veinte páginas. ¿Revisas cada diez pies si hay trampas con meticulosidad paranoica? Eres cauteloso. ¿Empujas al guerrero del grupo para ser el primero en entrar a la cámara oscura? Eres temerario (o avaricioso). ¿Insistes en buscar pasadizos secretos incluso cuando el grupo está herido? Eres obstinado. ¿Repartes el botín de forma equitativa o te guardas la gema reluciente? Ahí se revela tu moral. El laberinto es un crisol que forja el carácter mediante la acción, no mediante el monólogo.

El mazmorreo genera historias inolvidables de forma orgánica. Nadie olvida al pícaro que desactivó la trampa del péndulo en el último segundo, o al mago que usó un truco de prestidigitación para distraer al troll. Esas anécdotas son la historia del personaje. Son su leyenda. No fue contada, fue vivida y jugada.

El Diseño Como Narrativa Silenciosa

Una buena mazmorra no es un amasijo de habitaciones aleatorias. Es un lugar con historia. ¿Por qué los kóbolds cavaron túneles aquí? ¿Quién construyó el mecanismo de relojería que mueve las paredes? ¿Qué protegía la cripta sellada? Un diseñador inteligente lo insinúa en los detalles: frescos desgastados, estatuas decapitadas, diarios de un hechicero enmohecidos. La historia se encuentra, como un tesoro más. El mazmorreo te convierte en arqueólogo del juego, reconstruyendo el pasado a través de sus peligros.

Un Llamado A La Tolerancia Lúdica

No defiendo que el mazmorreo sea "mejor". Defiendo que es igual de válido y profundo. El hobby es un espectro magnífico. En un extremo, el roleo intenso y conversacional; en el otro, el mazmorreo táctico y exploratorio. La mayoría de partidas viven en un punto intermedio, bailando entre ambos polos.

La próxima vez que alguien diga "solo me gusta el mazmorreo", no asumas que le falta profundidad. Quizá su profundidad está en la geometría del laberinto, en la lógica de una trampa, en la táctica de un combate y en la alegría pura y despreocupada de encontrar un tesoro brillante tras derrotar a un dragón.

Al final, ambos buscan lo mismo: escapar de lo ordinario, compartir una historia con amigos alrededor de una mesa. Ya sea una historia de lágrimas y susurros o una de acero, fuego y gemas relucientes en la oscuridad.

El mazmorreo no es lo opuesto al roleo. Es una de sus formas más antiguas, puras y gloriosas. Es el latido cardíaco de la aventura. Y a mí, personalmente, ese ritmo me lleva directo al alma del juego.

(Y la próxima semana, nos sumergiremos en el arte de la interpretación y la narración colaborativa. Porque el "roleo", en su otra acepción, también es maravilloso. Te espero aquí mismo).

Pues no ha quedado nada mal. Sin duda alguna, éste es el momento propicio para reemprender el Desafío del Sabbath.

Cuidado, cabrones...
ha vuelto el viejo roquero


martes, 9 de diciembre de 2025

"We're all about creativity, yes?"

Kalendariho creado mediante Hintelijenciha Hartifizihal Jeneratiba
Fuente:
https://theangrygm.com/the-angry-december-2025-update-and-content-calendar/
Traducción: "Tener todos los días ordenados sobre el calendario es pedestre y aburrido. Tan sólo fíjate en cuántas veces se ha hecho ya. Muy poco original. Estamos todos a favor de la creatividad ¿cierto?"
Fuente:
https://theangrygm.com/the-angry-december-2025-update-and-content-calendar/#comment-50171