Puede verse que, a diferencia del sábado anterior, la entrada de hoy no es una mera semilla, sino que ya está bastante desarrollada. Se la paso a DeepSeek para que la reescriba y la expanda hasta un mínimo de 80 líneas.
Los Tres Sabores Del Rol: Desenredando El Ovillo Semántico
La semana pasada defendí con pasión el "mazmorreo" como una forma pura y válida de juego. Hoy toca adentrarnos en el bosque espeso de su compañero, ese término que todos usamos pero que pocos definimos de la misma manera: el rol. Y debo empezar con una afirmación provocadora: la palabra "rol" está envenenada. No tiene un significado fijo. Al igual que un top de lycra, es elástica y se adapta a cada usuario. A diferencia de la lycra, que al menos resulta sexy, esta ambigüedad ha sido y sigue siendo el motivo de un sinfín de confusiones, malentendidos y discusiones inútiles en nuestras mesas de juego.
El Laboratorio De Juego: Un Experimento Controlado
Para aterrizar esta discusión, necesitamos un terreno común. Tomemos, por poner un ejemplo, un juego "de rol" que muchos conocemos. Me refiero a "Dungeons & Dragons", y para concretar más, diré que se trata de la edición del D&D Básico traducida al castellano por Dalmau Carles Pla. ¿Se puede ser más definido? Pues por si acaso, pongamos que se trata de una partida del módulo B2 "La Fortaleza en la Frontera", jugado con las reglas del D&D Básico de Dalmau Carles Pla. Este es nuestro laboratorio. Aquí, dentro de esta cámara de mazmorreo clásico, la palabra "rol" se fragmenta en, al menos, tres significados distintos. Para hacerlo digestible, los llamaré como si fueran tres sabores de helado.
Sabor Fresa: La Dramatización Escénica
El rol de fresa es el más visible, el que salta a la vista (y al oído). Equivale a dramatización, escenificación, performance. Es cuando un participante habla en falsete y con acento para dar voz a su enano gruñón. Es gesticular con torpeza al intentar explicar cómo tu mago realiza un complejo ritual. Es levantarte de la silla y fingir que empujas una pesada puerta de piedra. Es el teatro de la mesa. Para muchos espectadores externos, esto ES hacer rol. Y sin duda, es una parte increíblemente divertida y gratificante que puede dar vida a personajes inolvidables. Sin embargo, reducir todo el "rol" a este caramelo escénico es un error. Es la capa más superficial, la cáscara brillante. Una partida puede tener un rol de fresa intensísimo y ser hueca en cuanto a decisiones, o puede tener casi ninguno y ser profundamente narrativa. La fresa es sabor, pero no es el único ingrediente del helado.
Sabor Chocolate: La Especialización Mecánica
El rol de chocolate es más sólido, terrenal. Es el rol entendido como función, como constatar que distintos tipos de personaje tienen habilidades peculiares y se juegan de forma distinta. Es el corazón de las mecánicas. En combate, los magos lanzan sus limitados conjuros y luego echan a correr para no ser machacados, mientras los guerreros aguantan el tipo en primera línea. Los ladrones intentan colarse por las sombras y atacar por la retaguardia. Y los clérigos son versátiles, sanando y combatiendo. Aquí, "hacer bien tu rol" significa entender las fortalezas y debilidades mecánicas de tu clase y actuar en consecuencia para la supervivencia y el éxito del grupo. Es un rol táctico, casi de juego de guerra. Es esencial, especialmente en entornos de mazmorreo clásico donde la gestión de recursos (puntos de vida, conjuros, cargas de antorcha) es crucial. Este sabor no es interpretativo, es estratégico. Es la satisfacción de resolver un problema usando las herramientas que tu "rol" (en el sentido de oficio) te otorga.
Sabor Vainilla: La Coherencia Interna Del Personaje
El rol de vainilla es el más sutil y, para mí, el más fascinante. Es cuando un jugador ajusta su modus operandi durante la partida a la manera de ser individual de su personaje, más allá de su clase. No es hablar con voz (eso es fresa), es tomar decisiones basadas en una psicología ficticia. Un jugador que sólo emplea conjuros no letales (Sueño, Telaraña) porque su mago es un pacifista convencido. El clérigo que se niega a ayudar a desconocidos heridos porque es un zelote que solo cree en su propia fe. El guerrero o el ladrón que se muestra insolente y desafiante hacia las autoridades porque es un bárbaro o un anarquista que despreza las leyes. Este rol no siempre es óptimo a nivel táctico (el chocolate podría rechazarlo), pero aporta una capa de verosimilitud y profundidad narrativa enorme. Es donde el personaje deja de ser una ficha y se convierte en un agente con voluntad propia dentro del mundo. La vainilla es el aroma que impregna todo, a menudo invisible pero fundamental para la experiencia.
El Combo Perfecto Y La Fuente De Conflicto
El problema, la "toxicidad" de la palabra, surge cuando usamos "rol" como un cajón desastre. Si tú me dices "quiero más rol en esta partida", no me estás diciendo nada útil. ¿A qué sabor te refieres? ¿Quieres más dramatización (fresa)? ¿Quieres que explotemos mejor las mecánicas de cada clase (chocolate)? ¿O quieres que profundicemos en las motivaciones y defectos de los personajes (vainilla)? La fusión perfecta de los tres sabores crea una experiencia redonda, pero es rara. Lo habitual es que los jugadores tengan preferencias distintas. Uno anhela fresa pura con extra de escenificación, otro prefiere el chocolate táctico del combate por turnos, y un tercero busca el sutil regusto de la vainilla en las decisiones morales. Y entonces, sin un lenguaje común, llegan las frustraciones: "No estás roleando" (cuando quizá sí lo está haciendo, pero con otro sabor).
Hacia Un Vocabulario Más Rico
La solución no es abandonar la palabra "rol", sino enriquecer nuestro vocabulario. En la "sesión cero", en lugar de preguntar "¿cómo de rolera será la partida?", podríamos desglosarlo: "¿Vamos a priorizar la interpretación vocal (fresa)? ¿Vamos a centrarnos en el desafío táctico de la mazmorra (chocolate)? ¿Nos interesa tomar decisiones basadas en la personalidad de los PJs, aunque sea subóptimo (vainilla)?". Este simple ejercicio de claridad puede salvar campañas y fortalecer grupos de juego.
El "roleo" no es un monolito. Es un espectro de actividades, un combo de helado donde cada uno puede preferir una proporción distinta. Reconocer estos sabores no nos divide; nos da las herramientas para cocinar juntos la partida que todos deseamos. La próxima vez que hables de rol, especifica: ¿fresa, chocolate, vainilla, o la barra de tres gustos? Tu mesa te lo agradecerá.
¡Me gusta, me gusta! El sábado que viene desarrollaremos en qué consiste el sabor de fresa.
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