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¿Los grumos de Cola-Cao en la leche te dan tanto repelús como a mi? ¡No tienes por qué seguir aguantándolos! Instrucciones: ...
¿Los grumos de Cola-Cao en la leche te dan tanto repelús como a mi? ¡No tienes por qué seguir aguantándolos!
Instrucciones:
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| "¿Dónde está el casillero?" |
(Según los Anales del Ojo)
En los días antiguos, en las tierras del Mediodía, los hombres se
llenaron de soberbia y dijeron:
“He aquí que la Naturaleza es un yugo, y nosotros la quebrantaremos.
Conoceremos tanto el bien como el mal, y la vida no nos será vedada.”
Alzaron sus manos al cielo y clamaron:
“¿Por qué hemos de morir? ¿Por qué nuestro entendimiento ha de tener
límite?”
Y se aplicaron a torcer las Leyes de la Naturaleza que el Orden había
decretado.
Alargaron sus días más allá de toda medida, y aguzaron su intelecto como
se afila una espada.
Mas la medida de su orgullo fue también la de su perdición.
Porque a medida que sus frentes se ensanchaban, sus cuerpos se
empequeñecían y se tornaban abotargados.
Y así nació la estirpe de los Medianos, monstruos de
gran saber y estatura menguada.
Y vieron los Medianos que su fuerza era poca, y temieron a los pueblos que los rodeaban.
Dijeron, pues:
“Forjaremos un escudo y una espada que obedezcan nuestra voz.”
Y tomaron la esencia del lobo por su fiereza, y la del perro por su
servidumbre,
y las mezclaron en el crisol de su arte prohibido.
Así nacieron los Orcos, raza criada para la guerra,
que no conocía otro oficio que el combate,
ni otro gozo que el fragor de la batalla,
ni otro propósito que morir por la mano que los forjó.
Mas la soberbia de los Medianos no conocía límite, y se dijeron:
“He aquí, hemos vencido la muerte del espíritu y forjado la fuerza
bruta.
Alcancemos ahora la perfección del cuerpo y la mente en una sola
criatura.”
Y en sus cámaras secretas forjaron la estirpe de los
Ogros,
gigantes en estatura y en saber.
Crecían con la rapidez de la hierba mala,
y a los diez años ya eran fuertes guerreros.
Continuaban creciendo en inteligencia y en talla hasta los treinta.
Mas ninguna obra torcida da fruto perfecto:
al llegar a su trigésimo año, la vejez caía sobre ellos como un mazo,
repentina y cruel.
Su gloria se marchitaba,
su razón se nublaba,
su corazón se llenaba de furia insensata,
y un hambre abominable se apoderaba de sus entrañas.
Su fuerza, antes gloriosa, se volvía entonces contra todo lo
viviente,
y su apetito los llevaba a devorar a sus propios hermanos en canibalismo
compulsivo.
Entonces los Medianos, en su incesante maldad, hallaron un remedio profano.
Proclamaron:
“Si consumen la carne de los jóvenes y fuertes, robarán su esencia y
alejarán la sombra.”
Y enviaron sus legiones de Orcos contra las naciones inocentes,
y con fuego y hierro forjaron un Imperio Impío de un
océano al otro.
Levantaron pirámides de sacrificio,
y los caminos del Imperio se llenaron de cautivos encadenados,
llevados para saciar el apetito sin fin de sus dioses de carne: los
Ogros.
Los Ogros, dioses vivientes del Imperio, se sentaban en tronos de
hueso,
saciando su hambre eterna con la vida de los cautivos,
mientras los Medianos gobernaban desde las sombras.
Y la tierra gimió bajo el peso de tanta perversión;
la sangre de los inocentes clamó desde el suelo hasta los cielos.
Y he aquí que el Ojo Implacable, que todo lo ve, volvió su mirada desde las moradas eternas.
Contempló la soberbia de los Medianos,
la servidumbre de los Orcos,
la locura de los Ogros,
y el altar de huesos que habían erigido sobre la faz del mundo.
Y en su mirada no hubo ira, sino la calma terrible del juicio que ha
sido decidido.
Porque toda transgresión halla su fin,
y toda soberbia será humillada ante el que es Eterno.
Así terminan los Anales de la Corrupción,
y comienza el Libro de las Transfiguraciones.
Estaba yo de paseo por Internet cuando me econtré con la siguiente entrada de blog:
Entrada que viene acompañada por este bonito tebeo: https://tomatobirdart.com/inexorable/
Ahora bien: considero que el mundo de Narnia de C.S. Lewis no es más que una imitación de la Tierra Media de Tolkien. Una imitación oportunista, de pacotilla y destinada a niños no muy espabilados.
A parte de eso, parece ser que Lewis -al igual que el premio nobel William Golding- entiende la literatura como una excusa para sermonear a sus infelices lectores. Y no me meto con su ideología -fundada sobre una interpretación particular del cristianismo, de lo más trasnochada y mezquina- porque sería el cuento de nunca acabar.
Y aún así...
¡El artículo me ha impresionado gratamente!
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"Te cambio a CR9 por un Pikachu surfista" |
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| "Ni de coña, bro" |
La autora reescribe el personaje de Tash -un espantajo que en "La Última Batalla" se reparte con el león Aslan las almas de los narnianos como si fueran cromos de futbolistas- como la personificación del lado más ingrato de la existencia. Un abnegado currante al que le ha tocado encargarse de las tareas más desagradables... porque son necesarias, y alguien debe hacerlas.
De manera que he decidido robar a Tomato Bird el personaje que ella robó de Lewis, para convertirlo en el eje de la religión de mi Mundo de Campaña...
Capítulo I
1. Y en los días de la gran corrupción, cuando el Imperio de los Impíos se extendía sobre las tierras del Sur, el Ojo Implacable volvió su mirada.
2. Y envió a su primogénito, Trash, para que fuese portador de la voluntad divina entre los hombres. Mas ellos, endurecidos en su maldad, no lo reconocieron.
3. Antes, lo tomaron con manos violentas y lo aprisionaron. Y en su insensatez, le cortaron la cabeza, y dejaron su cuerpo para las aves del cielo.
4. Mas he aquí que la muerte no pudo retenerlo. De la corrupción surgió la Primera Iluminación.
5. Y el cuerpo se irguió, y he aquí que de su cuello truncado brotó una cabeza de cuervo, grande y terrible.
6. Sus ojos eran como pozos de tiniebla, y su voz no era un sonido, sino un susurro que resonaba en el alma, enumerando las transgresiones y las mentiras.
7. Y fue conocido desde ese día como Trash el Acusador, porque su juicio era el espejo de la conciencia del hombre, y muchos quedaron paralizados por el peso de su propia culpa.
Capítulo II
1. Pero los impíos, lejos de arrepentirse, endurecieron aún más su corazón. Y por segunda vez, lo hicieron prisionero.
2. Y no se contentaron con su cabeza, sino que quebraron sus piernas y le arrancaron los brazos, creyendo acallar para siempre su voz.
3. Entonces, sobrevinó la Segunda Iluminación. Su cuerpo se hizo alto y demacrado, estirado por el dolor.
4. Y de su torso surgieron cuatro brazos, terminados en garras de acero, y la cabeza que le creció fue cabeza de buitre.
5. Un enjambre de moscas y escarabajos marchaba delante de él, y un hedor a santuario profanado lo rodeaba.
6. Y fue llamado Trash el Inexorable, y desató sobre el Imperio una Guerra Santa que duró mil años. Fue un milenio de fuego purificador y de hierro justiciero.
Capítulo III
1. Al cabo del milenio, la astucia y la brujería de los impíos prevalecieron por traición. Y lo condujeron a la capital del Imperio, cuyo nombre será borrado de la memoria de los hombres.
2. Y por tercera vez, lo ajusticiaron, entregando su cuerpo a las llamas, para que el fuego consumiera su ser.
3. Mas del fuego no surgió ceniza, sino la Tercera y Última Iluminación. Y he aquí que su forma fue la más terrible, pues era la perfección divina hecha manifestación.
4. La cabeza que emergió fue de un fénix, mas no de fuego vivificante, sino del color de la escarcha y la muerte. Sus ojos ardían con la luz fría de las estrellas lejanas.
5. Sus brazos se transfiguraron en un par de alas majestuosas, cada pluma era una lámina de metal afilado, y al desplegarlas, cubrían el horizonte con la sombra de su juicio.
6. Ya no hubo susurros, ni guerra, ni hedor. Solo un silencio glacial que ahogaba toda esperanza.
7. Y fue llamado Trash el Triunfante, y su justicia no fue la de los reyes de la tierra. Su veredicto fue la ley del cosmos, inapelable e irreversible.
8. Y no hubo agonía para los impíos, sino una aniquilación limpia y total, como se apaga una luz.
9. Y entonces, Trash el Triunfante alzó el vuelo, y su forma se perdió en el firmamento, hacia el Ojo Implacable del cual procedía.
Gloria al Acusador, al Inexorable, al Triunfante. Por los siglos de los siglos.