27 de octubre de 2025
Estaba yo de paseo por Internet cuando me econtré con la siguiente entrada de blog:
Entrada que viene acompañada por este bonito tebeo: https://tomatobirdart.com/inexorable/
Ahora bien: considero que el mundo de Narnia de C.S. Lewis no es más que una imitación de la Tierra Media de Tolkien. Una imitación oportunista, de pacotilla y destinada a niños no muy espabilados.
A parte de eso, parece ser que Lewis -al igual que el premio nobel William Golding- entiende la literatura como una excusa para sermonear a sus infelices lectores. Y no me meto con su ideología -fundada sobre una interpretación particular del cristianismo, de lo más trasnochada y mezquina- porque sería el cuento de nunca acabar.
Y aún así...
¡El artículo me ha impresionado gratamente!
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"Te cambio a CR9 por un Pikachu surfista" |
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| "Ni de coña, bro" |
La autora reescribe el personaje de Tash -un espantajo que en "La Última Batalla" se reparte con el león Aslan las almas de los narnianos como si fueran cromos de futbolistas- como la personificación del lado más ingrato de la existencia. Un abnegado currante al que le ha tocado encargarse de las tareas más desagradables... porque son necesarias, y alguien debe hacerlas.
De manera que he decidido robar a Tomato Bird el personaje que ella robó de Lewis, para convertirlo en el eje de la religión de mi Mundo de Campaña...
He aquí el Libro de las Transfiguraciones, donde se relatan los hechos de Trash, el Hijo del Ojo.
Capítulo I
1. Y en los días de la gran corrupción, cuando el Imperio de los Impíos se extendía sobre las tierras del Sur, el Ojo Implacable volvió su mirada.
2. Y envió a su primogénito, Trash, para que fuese portador de la voluntad divina entre los hombres. Mas ellos, endurecidos en su maldad, no lo reconocieron.
3. Antes, lo tomaron con manos violentas y lo aprisionaron. Y en su insensatez, le cortaron la cabeza, y dejaron su cuerpo para las aves del cielo.
4. Mas he aquí que la muerte no pudo retenerlo. De la corrupción surgió la Primera Iluminación.
5. Y el cuerpo se irguió, y he aquí que de su cuello truncado brotó una cabeza de cuervo, grande y terrible.
6. Sus ojos eran como pozos de tiniebla, y su voz no era un sonido, sino un susurro que resonaba en el alma, enumerando las transgresiones y las mentiras.
7. Y fue conocido desde ese día como Trash el Acusador, porque su juicio era el espejo de la conciencia del hombre, y muchos quedaron paralizados por el peso de su propia culpa.
Capítulo II
1. Pero los impíos, lejos de arrepentirse, endurecieron aún más su corazón. Y por segunda vez, lo hicieron prisionero.
2. Y no se contentaron con su cabeza, sino que quebraron sus piernas y le arrancaron los brazos, creyendo acallar para siempre su voz.
3. Entonces, sobrevinó la Segunda Iluminación. Su cuerpo se hizo alto y demacrado, estirado por el dolor.
4. Y de su torso surgieron cuatro brazos, terminados en garras de acero, y la cabeza que le creció fue cabeza de buitre.
5. Un enjambre de moscas y escarabajos marchaba delante de él, y un hedor a santuario profanado lo rodeaba.
6. Y fue llamado Trash el Inexorable, y desató sobre el Imperio una Guerra Santa que duró mil años. Fue un milenio de fuego purificador y de hierro justiciero.
Capítulo III
1. Al cabo del milenio, la astucia y la brujería de los impíos prevalecieron por traición. Y lo condujeron a la capital del Imperio, cuyo nombre será borrado de la memoria de los hombres.
2. Y por tercera vez, lo ajusticiaron, entregando su cuerpo a las llamas, para que el fuego consumiera su ser.
3. Mas del fuego no surgió ceniza, sino la Tercera y Última Iluminación. Y he aquí que su forma fue la más terrible, pues era la perfección divina hecha manifestación.
4. La cabeza que emergió fue de un fénix, mas no de fuego vivificante, sino del color de la escarcha y la muerte. Sus ojos ardían con la luz fría de las estrellas lejanas.
5. Sus brazos se transfiguraron en un par de alas majestuosas, cada pluma era una lámina de metal afilado, y al desplegarlas, cubrían el horizonte con la sombra de su juicio.
6. Ya no hubo susurros, ni guerra, ni hedor. Solo un silencio glacial que ahogaba toda esperanza.
7. Y fue llamado Trash el Triunfante, y su justicia no fue la de los reyes de la tierra. Su veredicto fue la ley del cosmos, inapelable e irreversible.
8. Y no hubo agonía para los impíos, sino una aniquilación limpia y total, como se apaga una luz.
9. Y entonces, Trash el Triunfante alzó el vuelo, y su forma se perdió en el firmamento, hacia el Ojo Implacable del cual procedía.
Gloria al Acusador, al Inexorable, al Triunfante. Por los siglos de los siglos.





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