Introducción
Cuando me propuse escribir una entrada sobre la diferencia entre libros de tu-aventura y libro-juegos, mi primera reacción fué encargar a DeepSeek que la generara automáticamente... pero al final no ha hecho falta. Todo está ya en Internet, si sabes dónde buscar, y de casualidad di con un artículo que expresaba perfectamente mi opinión al respecto.
Efectivamente, en los años 80 los libros interactivos se vendían en dos sabores exclusivos:
- libros de tu-aventura ¡no vayamos a pisar marcas registradas!: divididos en páginas y sin reglas ni hoja de personaje ni niño muerto.
- libro-juegos propiamente dichos: con su sistema de reglas, su hojita de personaje y divididos en secciones.
Entre ambos formatos también existían diferencias menos aparentes:
- libros de tu-aventura: no hay una meta fija y la trama argumental tiende a ramificarse descontroladamente, por lo cual existen varios finales alternativos, unos mejores y otros peores
- libro-juegos: contenían un solo final feliz, donde cumplías con una meta establecida de antemano (conseguir el tesoro, matar al malo, rescatar a la rehén). Para avanzar hacia la meta había unas cuantas rutas entrelazadas unas con otras, aunque también podías acabar metido en un callejón sin salida.
No pasó mucho tiempo antes de que la frontera entre unos y otros se hiciera borrosa, y a estas alturas del siglo XXI la división ya no tiene apenas sentido. Pero ¡caramba! cada vez que alguien emplea la palabra libro-juego en sentido genérico muere un gatito, cae Wall Street, y el profesor Snape resta puntos a Gryffindor.
Sin embargo, incluso en la anglo-esfera se ha impuesto el término "gamebook" para referirse a cualquier libro interactivo, con lo cual esta guerra está perdida sin remisión. ¡La vida es tan dura a veces!
El gran combate: LJs versus TAs
Prosiguiendo con la citada entrada, no mucho más adelante contiene una disgresión singular:
Mi primera reacción a esta acusación es ponerme de pie y declararme ¡culpable! Pero no siempre ha sido así...
De hecho, cuando "El Hechicero de la Montaña de Fuego" me descubrió la existencia de los LJs, consideré que el formato TA había quedado obsoleto y los dejé de lado de inmediato. Desde luego que los LJs eran más complejos, pero lo vivía más como un desafío que como un inconveniente.
Pero he de admitir que, incluso en esos primeros tiempos, me daba palo ponerme a rellenar la Hoja de Personaje cada vez que empezaba una partida nueva. Porque en realidad no me molesta aprender un sistema de reglas, sino el engorro de aplicarlo manualmente.
Para jugar a un libro-juego se necesita una poca de gracia y varias cositas:
- lápiz y goma
- papel. ¡Imprescindible! Porque no serás tan guarro como para rayar el libro ¿verdad?
- dados, monedas o cartas, si es que el sistema de reglas los requiere
- un atril. Recomendable para sostener el tomaco de "La Legión de las Sombras" ;) y
- una superficie horizontal sobre la que disponerlo todo.
Tras infaustas experiencias con los Juegos de Rol Comerciales, mi pereza inicial se convirtió en una aversión acérrima contra la burocracia lúdica y el repicar de dados (¿o por qué creíais que el blog se llama 'ludofobia'?) De la peor manera, descubrí que un gran papeleo no conlleva una mayor interactividad, sino que a menudo la entorpece.
Para acabarlo de rematar, un día me fuí a descargar la
app gratuita de Fabled Lands, y
oye... ¡que gusto tan grande me dió saltar de sección en sección sin tener que
pararme a sacar cuentas ni hacer inventario!
Eso no quiere decir que haya dejado de comprar libro-juegos. ¡Ni mucho menos! Simplemente los adquiero, los ojeo por encima y se quedan tristemente amontonados en un rincón.
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